* El desafío pasará por sortear los dilemas que fue creando la propia política interna: déficit energético, dominio fiscal y elevada inflación.
A pocos meses de finalizar el 2013, y con los resultados del tercer trimestre cerrados, lo que antes eran expectativas hoy ya son casi certezas. El crecimiento de la economía se ubicará en el orden del 3%, confirmando el repunte esperado respecto de 2012.
El empuje del agro y el sector automotriz, en un contexto internacional más favorable, permitieron una expansión de una economía que no obstante acumula dificultades con miras a futuro. En este sentido, en un mundo que jugará menos a favor en 2014, el desafío pasará por sortear los dilemas que fue creando la propia política interna: déficit energético, dominancia fiscal y elevada inflación, publicó en su columna para Abeceb, Mariano Lamothe.
En el plano internacional, todas las miradas están puestas en las decisiones que pueda tomar la FED en el corto plazo, ya que luego de insinuar el fin de los estímulos monetarios hace unos meses, sorprendió con el anuncio de que esperará a contar con datos más concretos para cambiar el rumbo de su política. De cualquier manera, la respuesta anticipada del mercado se tradujo en una leve suba de las tasas de largo plazo, y una apreciación del dólar, surtiendo el efecto contrario en la mayoría de los países emergentes, que sufrieron la devaluación de sus monedas por la salida de capitales.
En tanto, China enfrenta las dificultades de un switch a un modelo de consumo doméstico, mientras que Brasil deberá resolver las inconsistencias en un marco de débil crecimiento y dominancia monetaria, y con una alta exposición al posible cambio de ciclo internacional.
El desempeño interno, por su parte, continúa muy dependiente de lo que pueda seguir traccionando el consumo. El 2013 cerraría con una expansión del 3,2%, dando cuenta de un estancamiento del salario real y ajustes en segmentos de consumo prescindible. Esto se da a pesar de las medidas lanzadas en los últimos meses, en el marco de la contienda electoral, entre las que figura el fuerte aumento de las transferencias sociales, la exención del impuesto a las ganancias para algunos sectores y la actualización de las escalas del monotributo.
Si bien se espera que en 2014 el consumo vuelva a crecer, lo haría con una marcada desaceleración y a un ritmo mediocre. A nivel productivo, no se esperan grandes ganadores para 2014. No volverá a operar el efecto de bajas bases de comparación, ni tampoco habrá sectores estrella como es el caso de la industria automotriz en 2013. En cambio, se estima un menor crecimiento general, a tono con las proyecciones de menor ritmo de avance para el PBI de la economía, y con grandes heterogeneidades.
En cuanto al agro, que traccionó fuerte en 2013, las perspectivas a futuro resultan heterogéneas. Se espera una baja cosecha de trigo para 2013/14, tanto por las distorsiones regulatorias como por el impacto negativo del clima en la siembra. A la vez, la producción de maíz también resultaría menor a la última campaña, principalmente por factores climáticos. No obstante, existen mejores proyecciones para la soja, dado que se espera una producción local cercana a los 50 millones de toneladas.
De todas formas, y más allá del rol que pueda jugar el clima en los próximos meses, se esperan bajas en los precios internacionales de los principales cultivos, lo que podría repercutir negativamente en el valor de la cosecha para la campaña 2013/2014.
Por el lado de las economías regionales, a pesar de la mejora marginal en términos de competitividad que supone un mayor ritmo de devaluación de la moneda local, esto no alcanza en todos los casos para corregir los desbalances acumulados, y además se sumó una brecha cambiaria significativa que impacta sobre las decisiones empresarias. Costos en dólares en aumento, demanda estable y mayor competencia internacional son los factores que determinan las dificultades que deberán enfrentar las producciones regionales.
La industria volvería a crecer en 2014, con la mirada puesta en lo que ocurra tanto a nivel interno como en Brasil. De todas formas, se espera un crecimiento moderado, con una leve desaceleración respecto de 2013. Continuará enfrentando costos en aumento, pérdida de posicionamiento en algunos mercados internacionales y problemas estructurales que afectan la competitividad industrial.
La producción automotriz no será la estrella, dado que la base de comparación será alta, y se espera una caída en los patentamientos luego del fuerte adelanto de consumo. Con miras a 2014, la demanda brasilera seguirá traccionando la producción de este sector, aunque a un ritmo significativamente menor, lo que llevaría la tasa de expansión a un valor del 1,8%. Se espera que los vehículos nacionales recuperen cierto market share en 2014, a partir de mayores dificultes para el ingreso de vehículos importados.
En alimentos y bebidas, se espera una desaceleración en el crecimiento de carnes, de la mano de un consumo per cápita que alcanzó valores máximos, y una lenta recuperación de las exportaciones de este rubro. En tanto, aparecen alarmas por el límite crítico de la faena de hembras (43%) alcanzada en los últimos meses, lo que podría derivar en una baja del stock ganadero.
En molienda, si bien no habrá un gran repunte en la cosecha, la acumulación de stocks permitirá sostener un crecimiento elevado. En tanto, debido a un menor crecimiento de la demanda, las perspectivas para bebidas arrojan mayor competencia por ampliar la participación de mercado.
Respecto de sustancias y productos químicos, otro de los pocos ganadores de 2013, se espera que siga manteniendo un crecimiento moderado en 2014. Mientras que laboratorios, que es un segmento marcadamente inelástico, home y personal care, volvería a crecer sobre la base de las posiciones ganadas en la canasta de consumo. Los agroquímicos sentirían el impacto de menores ingresos en el agro como consecuencia de una leve baja en los precios.
Por su parte, la construcción aparece como uno de los sectores con mejores perspectivas para 2014. Si bien no sentirá el empuje de un año electoral, se espera que el plan Procrear continúe traccionando al alza. Al mismo tiempo, se mantendrán las condiciones que vuelven más atractivas las inversiones en ladrillos, frente a una escasez de alternativas de ahorro, así como también jugará a favor un cierto acomodamiento del sector a las distorsiones en los precios.
En lo que respecta a la inversión productiva, se evidencia que las empresas comienzan a evaluar proyectos de largo plazo, dada la percepción de que los activos están subvaluados. Sin embargo, persiste la incertidumbre acerca del rumbo que pueda tomar la política interna, y por lo tanto se multiplican las trabas que desalientan la efectivización de dichas inversiones. Se puede mencionar la inestabilidad de los marcos regulatorios, la prohibición para girar utilidades al exterior y las restricciones a las importaciones. En este sentido, uno de los mayores interrogantes para el futuro está puesto en el sector energético. Responsable de una importante salida de divisas para importación de combustibles, también resulta clave para explicar casi la totalidad de los subsidios a sectores económicos, que vuelven insostenible el peso del déficit fiscal en el PBI. En tal sentido, resulta esperable que más temprano que tarde deba realizarse una actualización de tarifas, de manera que aporte oxígeno a las finanzas del Estado. Si bien sería el punto de partida para un escenario más propicio para atraer inversiones al sector, resulta necesaria la reformulación de una política de largo plazo, que apunte a la recuperación de la seguridad energética de manera sostenible.
En resumen, desde una mirada sectorial, el panorama no resulta del todo alentador. Si bien se cuenta con fundamentals sólidos a futuro, y sectores como el agro, automotriz, construcción y consumo aportarían al crecimiento en 2014, su fuerza de tracción será menor a la de 2013, por lo que habrá que estar atentos a las dificultades que puedan surgir en estos frentes. A la vez, en un mundo con una demanda todavía débil, y con precios de commodities que jugarían menos a favor, los factores exógenos no empujarán como lo hicieron durante este año. En consecuencia, las decisiones de política interna deberán, en un contexto de elevada inflación, corregir las distorsiones que fueron creando, o al menos retocar algunos puntos para evitar mayores sobresaltos en materia económica.
De esta forma, atender el creciente déficit fiscal que impulsa el gasto en subsidios, la fuerte caída de reservas internacionales por turismo y energía, y la necesidad de atraer inversiones productivas al país, resultan factores clave que seguramente deban encabezar la agenda de las autoridades.
SRA
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