* El panorama de costos, el retraso cambiario y la inflación golpean y retraen al sector agropecuario. La sequía y las inundaciones complican más el análisis. Se suma la incertidumbre por lo que ocurrirá esta campaña con los rindes.
Se ha advertido muchas veces que el productor puede hacer todo bien en el lote, pero si tropieza al subir el último peldaño, la comercialización, estará dejando escurrir entre sus manos gran parte de la rentabilidad. Desde que el Gobierno Nacional ha enfrentado al sector agropecuario imponiendo medidas que coartan lo que recibe el productor, la tarea en los escritorios se ha hecho más engorrosa. Pero los últimos tiempos, a las retenciones se le sumó la inflación, los dólares de “distintos colores” y los precios al productor “pisados” –sobre todo en producciones regionales- y el panorama se complicó más, señala Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).
Como contrapartida de esta visión, hubo algunos anuncios por parte del Gobierno Nacional para pretender cambiar el humor de los trabajadores con una modificación en el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, y un aumento a los jubilados y pensionados. Sin embargo, los incrementos no llegan a suplir los aumentos en la canasta básica de alimentos del año pasado.
En el sector agropecuario, la brecha del dólar oficial con el que cotiza el mercado informal, junto a las continuas intervenciones en los mercados y las retenciones, marcaron una fuerte incidencia en su rentabilidad en el 2012 e influyen fuertemente en los costos productivos para la presente campaña.
La actividad agropecuaria, poco a poco, fue perdiendo la competitividad con niveles a los de la época de la convertibilidad que provocaron una tendencia de estancamiento y la desaceleración en las inversiones.
Para el titular del Departamento Económico de CRA, Juan Cruz Rey Kelly, “la competitividad se vio erosionada desde el 2007 cuando la política económica del Gobierno comenzó a descuidar la fortaleza fi scal (apoyada mayormente en el pilar de las retenciones), y así impactó en el financiamiento a través de la emisión y en el nivel de precios”.
A su vez, empezó un cierto retraso en la evolución del tipo de cambio que provocó una disminución en la competitividad del sector agropecuario y en la economía en general. Esto, sumado a una mayor presión fiscal hacia los productores a través del incremento en los derechos de exportación, que deprimen los precios internos recibidos por el productor, y el aumento de los diferentes impuestos provinciales.
A modo de ejemplo, en la dinámica del tipo de cambio real para la soja en los últimos 30 años se observa que está ubicado en 0,65 peso por dólar. Es decir, un 35% por debajo del tipo de cambio que recibía un sojero a fines de la convertibilidad.
“El año 2012 ha sido complejo para muchas actividades agropecuarias producto del congelamiento de los precios que reciben, el aumento de costos y en un nivel de vida que superó el 25%. Si existía alguna brecha de rentabilidad, esta desapareció”, concluyó Rey Kelly.
Al respecto, el presidente de CRA, Ruben Ferrero, advirtió que “se sigue pensando que lo que más le sirve al país es la confrontación y no se entiende el momento histórico que se está perdiendo Argentina y que aprovechan Brasil, Paraguay y Uruguay”.
María José Maisterrena, del Departamento Económico de CRA, sostuvo que, «en un contexto infl acionario, es recomendable, con las herramientas disponibles, fijar los precios con anticipación y tener un control preciso y detallado de los costos”.
Radiografía productiva
Para comprender el panorama de algunas producciones regionales hay que ver lo que ocurre en Chubut. En 2012 el valor internacional de la lana cayó un 20% y el tipo de cambio subió un 12%. Sin embargo, los salarios subieron el 30%, abonándose un plus además por zona desfavorable, y los precios de los insumos aumentaron el 25%.
El vicepresidente CRA y dirigente Rural de Chubut, Juan Carlos Goya, explicó que la producción ovina de la Patagonia, “sufre un agudo proceso de falta de rentabilidad, con costos crecientes, mano de obra de alto impacto, retenciones y mercados concentrados”. El posible cierre o la suspensión de la actividad industrial en una de las principales fi rmas dedicadas al lavado de lana ovina en Trelew es la consecuencia que “ muy poco se hizo sobre las causas estructurales en estos últimos años”, reclamó Goya. Y agregó: “Lo que le pasa a la lana le sucede a todas las economías regionales, con sus particularidades, pero continuar con retraso cambiario y retenciones es insostenible en el tiempo”.
En Mendoza, el presidente de la Sociedad Rural del Valle de Uco y vocal de CRA, Mario Leiva, expuso lo que viven los productores de fruta en la región en la lucha por un justo precio para salvar los costos y lograr una rentabilidad que les permita continuar en la actividad. Las negociaciones por el precio de la fruta tienen una fuerte presión con los referentes de la industria. Es el caso del durazno para pulpa donde ofrecieron $0,85 centavos y los productores piden $1,10 en finca como mínimo, “sino no cubre sus costos”.
En el durazno para industria conservera el precio convenido fue $1,80 más IVA. En una campaña donde hubo mucho daño en la fruta por las piedras. “Esto está enmarcado en un cuadro general en que la rentabilidad de las economías regionales cada vez esta más en baja, los costos aumentan y la actualización tarifaria que hay en combustible como en electricidad perjudican la rentabilidad del productor”, reconoció Leiva.
Por su parte, el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez), José Manubens Calvet, evidenció que de continuar con la falta de previsibilidad y reglas de juego claras los productores seguirán sufriendo el escaso reconocimiento a las diferentes problemáticas.
Como prueba está la falta de homologación de los decretos de emergencia dictados por al provincia por la sequía del anteaño pasado. Además, el dirigente de Córdoba aclaró: “Estamos pidiendo la declaración de emergencia por las inundaciones que ha acontecido en todo el sudeste de la provincia”. Y agregó: “Reclamamos algo que parece imposible, que el Gobierno Nacional homologue los decretos que Córdoba ya dictó respecto a la sequía”.
En la misma sintonía, el vicepresidente de Cartez, Gabriel De Raedemaeker sentenció que los productores se encuentran ante una realidad que todos los reclamos sectoriales tropiezan con un Gobierno que no escucha. Es necesario seguir insistiendo para mostrar la realidad que estamos soportando no sólo nosotros sino la economía en su conjunto”. Y advirtió: “No debemos bajar los brazos para desnudar el relato y las consecuencias que éste tiene en toda la producción agropecuaria”.
El dirigente de Carbap, Ignacio Azcueta, contó que en toda la provincia de Buenos Aires hay 48 distritos en estado de emergencia o desastre agropecuario, algo que se agrava con el aumento de los costos de los insumos. “La situación es muy complicada, la parte más afectada de Buenos Aires es el centro y oeste donde las inundaciones han perjudicado entre el 70 y 80% y en otras regiones entre el 50 y 60%, lo que hace que las expectativas de cosecha sean muy bajas en función al atraso que hemos tenido en la época de siembra”. Y agregó: “También los tambos están muy afectados, porque hubo que producir durante cinco meses con los campos inundados, con los animales estabulados, y los campos de cría se han perjudicado con la vacunación de aftosa”.
Por su parte, el presidente de la Sociedad Rural de Tucumán, Sebastián Robles Terán, expuso que “sumado a que el precio del kilo vivo de carne está más retrasado y que los márgenes brutos tanto en la actividad agrícola como en la ganadera son estrechos, se agrava la situación debido que la combinación de menores rendimientos y precios similares con costos que se van aumentando. Estamos un poco más complicados que en periodos anteriores”.
La sequía que se está presentando en el norte, abarca Santiago del Estero, Salta y Tucumán. Con lluvias tardías, se ha podido sembrar en enero un 70% de la superficie con soja. Esto signifi ca que para productores que vienen de una emergencia agropecuaria de la campaña 2012, y que estaban fi nancieramente un poco ajustados, la situación económicamente será más complicada.
“También la sequía ha repercutido en otros cultivos como la caña de azúcar y el citrus. Es generalizada y ha golpeado, incluso, las zonas de buen potencial sino que se han dado lluvias aisladas. Por lo tanto es heterogénea la situación”, dijo el productor de Tucumán.
Para analizar
El 2013 se caracteriza por ser un año con elecciones legislativas que llevarán a un posible incremento del gasto público. A su vez, comienzan los intentos de contener los aumentos de precios al consumidor y controlar las negociaciones paritarias para contener la presión infl acionaria.
A la espera de medidas concretas por parte del Gobierno Nacional que ayuden a incentivar la producción, incrementar la inversión y la oferta, el sector agropecuario continúa trabajando frente a una realidad que lo agobia y lo desincentiva. En este complejo contexto los productores deberán tomar decisiones frente a un panorama inflacionario con derechos de exportación en sus productos agravando su competitividad.
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