Gracias al aporte del INTA, se reactivó la producción en el NOA de este cultivo ancestral con propiedades funcionales y con agregado de valor en origen. La creciente demanda mundial asegura grandes perspectivas económicas.

Consumida desde épocas precolombinas, la chía fue por 5 mil años uno de los cuatro alimentos básicos –junto con el maíz, el amaranto y los porotos– de las poblaciones de Mesoamérica. Luego, con la influencia hispana, el cultivo disminuyó hasta casi desaparecer. Con el aporte del INTA, muchos productores del NOA optaron por esta actividad alternativa con agregado de valor en origen y grandes perspectivas económicas.

Para José Luis Giménez Monge, jefe de la división legumbres y cultivos extensivos del INTA Salta, “hay una tendencia mundial hacia una alimentación más saludable” por lo que los consumidores demandan cada vez más productos naturales y funcionales. “Este contexto mundial ubica a la chía en un lugar preferencial”, afirmó.

Marcela Fili, nutricionista del grupo agroalimentos del INTA Salta, consideró a este cultivo como “un alimento funcional natural con un altísimo contenido en nutrientes que aporta ácidos grasos Omega-3 –reductores de colesterol y del riesgo de enfermedades cardiovasculares–. Además, es un insumo de células antiinflamatorias, contiene antioxidantes y fibra dietética”.

En este contexto, técnicos del INTA Salta impulsaron y acompañaron a los productores del NOA para que opten por esta “alternativa productiva complementaria” demandada principalmente por Estados Unidos, Japón y Europa y con un precio de entre 3 y 4 dólares el kilo.

“Si bien aún sólo es una producción primaria –aclaró Giménez Monge– es un cultivo con grandes posibilidades de agregado de valor en origen ya que puede transformarse en aceite vegetal o harina” y, además, por tratarse de un producto “sin contenidos de gluten” podría destinarse al mercado celíaco nacional e internacional.

“Recapturamos un consumo ancestral”, aseguró Giménez Monge, quien además detalló: “Hace 10 años que se produce chía en pequeñas superficies de Salta y Jujuy. Ya suman 500 hectáreas con potenciales rendimientos de hasta 1.200 kg/ha –la media en cultivos comerciales es de 800 kg/ha–”.

Carlos Renfijes, técnico del INTA Salta, se refirió a la chía como un “cultivo noble y práctico” por no “requerir grandes erogaciones para su implantación ya que, por ejemplo, no necesita insecticidas”.

Una semilla, cientos de beneficios

La chía y el lino son semillas reconocidas nutricionalmente por su aporte de ácidos grasos Omega-3, componente esencial para una alimentación saludable. Marcela Fili explicó que es un alimento “funcional natural” que aporta sustancias nutritivas y componentes “beneficiosos para la salud”.

Por su parte, Renfijes agregó: “Aporta energía a quien las consumen, facilita la digestión y mejora la salud del sistema nervioso. Además, se usan para extraer aceites útiles para la industria farmacológica, en particular para el sistema cardiovascular”.

También la fibra mejora el tránsito intestinal, ayudan a controlar el apetito y los niveles de azúcar en sangre. Favorecen el desarrollo de tejidos y a la salud de los sistemas nervioso e inmunológico.

Los ácidos Omega3 suelen estar en cantidades deficitarias en las dietas debido a la falta de consumo de pescado. La buena noticia es –según Fili– que muy pequeñas cantidades –dos cucharadas de té diarias– son suficientes para cubrir el requerimiento nutricional de estos ácidos.

En cuanto a su consumo y, debido a que la semilla no tiene sabor ni olor, la nutricionista recomendó “mezclar el grano entero levemente molido –para una mayor absorción de sus propiedades– con yogures, jugos, ensaladas, panificados o demás preparaciones cotidianas”.

“Si bien es un suplemento dietario, no es mágico. Debe ir acompañado de una alimentación sana y equilibrada”, aclaró.

INTA