Según un informde Maquinac, la nueva suba de las tasas de interés y la aceleración inflacionaria jaquean la opción de créditos en pesos. Y los fabricantes se plantean: ¿Conviene vender en este contexto?

El mercado argentino de máquinas agrícolas siente en carne propia los corcoveos que está dando la economía. La última suba de tasas de interés que aplicó el Banco Central implicó un incremento de 950 puntos básicos para el rango de política monetaria. Fue el aumento más fuerte de las tasas desde las PASO de 2019, cuando la entidad las llevó a casi 70%.

La escalada podría continuar porque, si se confirma la aceleración inflacionaria de agosto, el Banco Central no tendría otra herramienta más efectiva que continuar aumentado las tasas.

Incertidumbre

Con un financiamiento cada vez más caro, se torna difícil seguir brindando créditos, especialmente en un contexto que se devora los acontecimientos cada día.

¿Siguen teniendo validez los subsidios que las empresas de máquinas agrícolas hacían a las tasas de los créditos apenas un mes atrás?

Los fabricantes admiten que mayores niveles de bonificación en las tasas ya hacen entrar al negocio en el territorio de la inviabilidad.

Inmediatez

El problema tiene un condimento extra a partir de la inflación de perfil indetenible hasta ahora.

Si un crédito se empieza a tramitar hoy con un determinado precio de la máquina, no puede esperar muchos días para su concreción.

En el caso de que un banco estire la aprobación de la carpeta del cliente y no otorgue el crédito, la operación se puede caer.

Con la vorágine inflacionaria, el fabricante no puede mantener el precio del equipo en pesos por demasiado tiempo. Y un mes, en Argentina, ya es un plazo demasiado extenso.

¿Cuántos clientes están dispuestos a comprar hoy una máquina, con un crédito más caro, si el precio antes de treinta días puede ser otro?

Por su parte, las fábricas de agromáquinas se plantean si es conveniente seguir vendiendo ahora, cuando no saben qué costo de producción tendrá una máquina dentro de dos meses.

Al borrarse los precios de referencia, las empresas, literalmente, no saben dónde están paradas y se ven imposibilitadas de ponerles números claros a su negocio.

El interrogante es: ¿Así continuará el panorama hasta el final de 2022?