La Bolsa de Comercio de Rosario informó que el frenético crecimiento económico chino continúa, a pesar de la persistencia de la pandemia. En 2020, China fue la única potencia global cuya economía se expandió. De esta manera, se consolidan 43 años de crecimiento económico ininterrumpido del gigante asiático.
Con la muerte de Mao Zedong en 1976, comienza un nuevo período para la República Popular China, que estará encabezado por Deng Xiaoping. Desde entonces y hasta nuestros días, China no sufrirá recesiones económicas, en un período marcado por una sostenida modernización de la economía y un proceso de desarrollo económico sin precedentes.
Si tomamos en cuenta el tamaño de China como potencia demográfica, las dimensiones son aún mayores: uno de cada cuatro habitantes de este planeta vive en China. El producto per cápita desde 1977 hasta 2019 nuestros días se multiplicó por 27. En ese mismo período, la esperanza de vida al nacer pasó de 65 a 77 años.
No conforme con sus 43 años de crecimiento ininterrumpidos, se presenta esta otra situación: todos los años China crece a tasas mayores que la mayor economía del mundo, los Estados Unidos. Estas diferencias en el crecimiento económico tienen consecuencias que van mucho más allá de lo geopolítico. Una economía que crece más que las demás, es una economía más dinámica, que amplía y crea mercados, y por lo tanto, estimula más posibilidades de intercambio comercial y generación de negocios. Un país como China, con este tamaño y estos niveles de crecimiento, representa sin lugar a dudas una posición estratégica para apuntalar aún más el comercio exterior argentino.
Un nuevo plan quinquenal en China
A partir del 2021 entrará en vigencia en la República Popular China el XIV Plan Quinquenal (2021-2025). Desarrollo económico, calidad de vida, base industrial, innovación, entre otros, son temas que aborda el flamante plan rector de la economía del gigante asiático. El esquema de planes quinquenales se desarrolla en China desde 1953.
Los planes quinquenales son textos clave para comprender cómo evolucionará China en el mediano plazo. En los planes quinquenales se ven cada vez menos valores cuantitativos estrictos y más objetivos cualitativos. Desde el liderazgo de Deng Xiaoping, la planificación no es en sí imperativa y obligatoria, sino que es llamada “planificación indicativa”.
Con la asunción de Xi Jinping en 2013 los planes quinquenales (五年规划: Wǔnián guīhuà) pasaron a mencionarse cada vez más como directrices o programaciones quinquenales (五年计划: Wǔnián jìhuà), en lo que puede leerse como una señal hacia una economía con un Estado coordinador y regulador, pero con mucha más centralidad del sector privado en la generación de valor y crecimiento. De esta manera, se profundiza la idea de planificación indicativa. Actualmente en China el 84% de las empresas son de propiedad privada y el 80% de los empleos son del sector privado.
El pragmatismo de los dirigentes de la República Popular China no es novedad, es famosa la frase de Deng Xiaoping donde “da igual que el gato sea blanco o sea negro, lo que importa es que cace ratones”, restándole importancia a la discusión sobre qué sistema económico iba a imperar en China. Más bien, se hace énfasis que lo importante es que el sistema “funcione”, es decir, genere desarrollo económico.
El anterior XIII Plan Quinquenal ha implicado que 55 millones de personas salgan de la pobreza y 60 millones de puestos de trabajo hayan sido creados en las zonas rurales, buscando mejorar el equilibrio entre las zonas urbanas y las zonas rurales de China.
Nuevos objetivos estratégicos
Sesenta objetivos son delineados por el nuevo plan, cuya versión final espera ser publicada antes que termine el mes de marzo. Primeramente se pone en valor formalmente la llamada Doble Circulación: fortalecer el mercado interno a medida que se robustece el comercio exterior, buscando desdoblarlos y reducir el impacto de los shocks externo en el mercado interno chino y viceversa. Es decir, el plan buscará separar la “circulación interna” de la “circulación externa”.
Además, en el marco de crecientes disputas tecnológicas globales, la innovación deberá tener como prioridad el avance de los desarrollos locales. Posibles fragmentaciones en las cadenas globales de valor y amenazas a la seguridad nacional del país asiático son de las principales razones por las que se busca apuntalar el desarrollo de tecnologías e innovación al interior de China. En este sentido, es el primer plan que incorpora un capítulo específico sobre ciencia y tecnología, justamente con énfasis en la “autosuficiencia tecnológica”.
Con la incertidumbre global, este plan no contempla una cifra específica a la cual la economía se proponga crecer. Más bien se plantea el desafío de pasar de un país de alta velocidad de crecimiento a uno de alta calidad de desarrollo económico. No obstante, el primer ministro Li Keqiang recientemente anunció que se espera una tasa de crecimiento por encima del 6% para la economía del gigante asiático, aunque lo hizo en un discurso frente a la Asamblea Popular de China, sin que figure en la nueva programación quinquenal. Esta tasa de crecimiento anual esperada está en línea con las previsiones del FMI para el crecimiento chino en el período 2021-2025.
Además, en esta nueva etapa los proyectos de infraestructura como la Franja y la Nueva Ruta de la Seda seguirán con fuerza. Se busca asimismo ponderar el desarrollo ecológico, continuando con el camino de China de llegar a ser carbono neutro en 2060. En el plano ambiental, se buscará reducir el uso del carbón, con más energías limpias.
Oportunidades en un mundo atravesado por la incertidumbre
En los últimos años, China se ha convertido en el mayor importador agrícola del mundo. Esto se explica en la creciente clase media del gigante asiático, que cambia su dieta incorporando más carnes y más alimentos elaborados. En este marco, en la última década las importaciones de alimentos de consumo final han crecido con fuerza, en mayor medida que los granos y productos intermedios.
Entre los principales productos que Argentina coloca en el mercado chino se encuentra, justamente, distintos productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, con las mayores participaciones recayendo en poroto de soja (24,3%) y carne congelada (19,6%).
De un tiempo a esta parte, la apertura del mercado asiático para productos como el sorgo y la carne de cerdo argentino han generado un importante impulso para su producción en el país. Respecto a este último, el nuevo brote de peste porcina africana que se reportó en China en el corriente mes de marzo representa una ventana de oportunidad para suplir una mayor proporción de sus compras externas de carne de cerdo, habida cuenta que China constituye el mercado de carne de cerdo más grande del mundo. Cabe recordar que hace apenas dos años un rebrote de la peste acabó con más de 200 millones de cerdos, la mitad del ganado porcino en China. Hoy las oportunidades para la producción argentina son enormes, en un mercado dominado por la Unión Europea (63% de las importaciones chinas de cerdo), con menor peso de Estados Unidos y Brasil (16% y 9%, respectivamente).
Por otro lado, desde 2012 el consumo de carne vacuna viene creciendo a una tasa inédita del 48% anual, convirtiendo al gigante asiático en el principal mercado de carne vacuna del mundo en 2019, de acuerdo con el USDA. En 2019 Argentina comenzó a exportar con fuerza carne bovina sin deshuesar. Al mismo tiempo, desde 2016 hasta 2019, la exportación de carne bovina deshuesada se duplicó todos los años. El 2020 terminó con una buena exportación de carne bovina, con expectativa de crecer aún más en 2021.
En el mercado chino de carne vacuna, nuestro país ocupa un rol de mayor peso que en las exportaciones de soja, aunque las potencialidades por explotar son aún relevantes. Argentina es el tercer mayor exportador de estas carnes a China, ostentando el 21% del mercado. Por encima se encuentran Brasil y Australia, con el 25% y el 21% respectivamente.
Sin embargo, estas participaciones no deben ser entendidas como disputas por mercados estáticos. Aún con las turbulencias económicas que China experimentó a principios del 2020 con el primer brote de coronavirus, el gasto alimentario creció un 2% en el gigante asiático el año pasado, de acuerdo con el USDA.
La resistencia a la baja del gasto en alimentos frente a las caídas en otros consumos marca las buenas perspectivas del sector. Según el Banco Mundial, China proyecta un crecimiento del 6,9% este año. Asimismo, el gigante asiático espera incorporar 189 millones de hogares a la clase media en esta década. Con estas perspectivas, aún con los riesgos geopolíticos globales latentes, existe una oportunidad tangible para que la agroindustria argentina continúe ampliando mercados en China.
Foto: Telam
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