Con el apoyo del INTA, en la localidad entrerriana de Colonia Ayuí, reutilizan 42 M de litros por año de efluentes cloacales tratados para regar Eucalyptus grandis. Así, redujeron el impacto ambiental y mejoraron la calidad de vida de tres mil vecinos afectados por la proliferación de algas nocivas.
Por su bajo mantenimiento, la simplicidad de su manejo, la poca energía que requiere y la eficiencia en la remoción de patógenos y materia orgánica, las lagunas de estabilización son uno de los tratamientos de aguas cloacales más difundidos en el mundo. Sin embargo, estos efluentes, una vez tratados, conservan altas concentraciones de nutrientes que contribuyen a la proliferación de ciertas algas en las aguas receptoras.
Este es el caso de la localidad entrerriana de Colonia Ayuí. Allí, más de tres mil vecinos y emprendimientos turísticos eran afectados por las frecuentes floraciones de algas nocivas en el lago Salto Grande, receptor de más de 42 millones de litros por año de aguas tratadas.
Organizados bajo la figura de la ONG Salto Grande Ambiental, los vecinos se acercaron al INTA en busca de una alternativa. Así, basados en experiencias de otros países, los especialistas decidieron reutilizar el agua residual para regar plantaciones forestales de un campo de la zona, con amplias ventajas.
“Como cualquier efluente cloacal, las aguas residuales tienen altos niveles de nitrógeno y fósforo”, detalló Natalia Tesón –investigadora del INTA Concordia, Entre Ríos, y de la UTN– quien, además, puntualizó que “se trata de los mismos nutrientes utilizados para fertilizar las especies forestales cultivadas en nuestra zona, al momento de la plantación”.
Las lagunas de estabilización son uno de los tratamientos para aguas cloacales más difundidos en el mundo. “A partir de esta experiencia piloto, observamos que hubo un incremento del 30 % en el volumen de los árboles, en comparación con las parcelas que no recibieron este riego”, subrayó Tesón quien, además, señaló que “los monitoreos indicaron aumentos positivos para algunos nutrientes en el suelo”.
Tesón no dudó en destacar el logro que permitió mitigar el impacto ambiental que generaba el vuelco de las aguas tratadas al lago, mejorar la calidad de vida de los vecinos y de los recursos hídricos, al tiempo que se benefician las plantaciones forestales.
Si bien el riego con aguas residuales es una técnica ampliamente difundida en el mundo, en nuestro país existe una experiencia exitosa en Mendoza, pero es, aún, poco utilizada. “Se trata de la primera experiencia de estas características en la región del Litoral que sirve de modelo y ejemplo para ser implementada en otras localidades”, argumentó.
“Uno de los aspectos más importantes a destacar de esta experiencia fue el trabajo mancomunado de un conjunto de actores sociales e instituciones en busca de una solución a un problema que afecta a todos”, aseguró Tesón.
La experiencia comenzó en 2011 con la inquietud de los vecinos y llevó cuatro años la puesta en marcha del proyecto. Participaron el ministerio de Ambiente de la Nación mediante su programa Municipios Sustentables, el ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación mediante un proyecto de Desarrollo Tecnológico Municipal, la municipalidad de Colonia Ayuí, la empresa Masisa Argentina, la Facultad Regional Concordia de la UTN y CTM Salto Grande, entre otros.
Un proyecto sustentable, gota a gota
Los 42 millones de litros de aguas residuales anuales que, hasta el momento eran volcadas en el lago Salto Grande, son reutilizados para regar una plantación forestal de Eucalyptus grandis. Para esto, se implementó un sistema de bombeo y transporte desde donde antes se la descargaba hasta el campo, a dos kilómetros de distancia.
El lote cuenta con un reservorio de 50 mil litros y un equipo de riego. El agua se distribuye mediante goteros que racionan 3,6 litros por hora. El esquema incluye un lateral de riego en cada línea de plantación, cada tres metros.
Para evaluar el crecimiento de la plantación, se instalaron cinco pares de parcelas con y sin riego, donde cada tres meses se registra el diámetro y la altura de los árboles.
A su vez, se monitorea de manera bimestral la calidad del agua subterránea y anualmente las propiedades del suelo para lo cual se determina el pH, la conductividad eléctrica (CE), el fósforo disponible (Pd) y los cationes en el extracto de saturación: calcio (Ca), magnesio (Mg), sodio (Na) y potasio (K) y la relación de adsorción de sodio (RAS).
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