La producción de terneros el año próximo será inferior a la de este año en unas 100.000 cabezas, pero seguirá siendo alta y puede consolidar la estabilidad de la ganadería en el largo plazo.
En el mismo día en que la soja 2015 marcaba mínimos para sus contratos a futuro en Chicago, la ganadería uruguaya recibía datos que pueden consolidar su característica de sector estable en el largo plazo. La producción de terneros que estará disponible el año próximo será inferior a la de este año en unas 100 mil cabezas.
Sostener los tres millones de terneros por año es un desafío para la ganadería uruguaya, que seguramente se alcanzó en 2014 –se sabrá cuando esté la información de Dicose–, pero que no se estará cumpliendo en la próxima parición. En el recuento de 2015 seguramente caerá en 100 mil la población de terneros. Estimamos que bajará de 2,95 a 2,85 millones de animales.
Según el primer dato estimativo divulgado el martes pasado en la clásica jornada de INIA Treinta y Tres, la tasa de preñez cayó a 75,2% con respecto al máximo de 80,5% alcanzado en 2013, el mayor desde que se llevan adelante estas consultas (ver página 5).
Para el veterinario Guillermo De Nava, asesor de criadores en el norte del país y disertante en la actividad de INIA Treinta y Tres, el factor climático fue el principal determinante para que la tasa de preñez haya caído.
“El invierno de 2013 fue muy duro para los animales y generó que las vacas no llegaran en las mejores condiciones a diciembre, que además contó con temperaturas muy altas y falta de lluvias”. De Nava planteó que además hubo factores no nutricionales que incidieron en la reproducción de las vacas y en menor medida aspectos sanitarios.
Además, una cosa es preñar y otra destetar. Algunas vacas abortan, otras son enviadas al frigorífico aún preñadas; otras pierden al ternero antes de que sea destetado, especialmente si temporales de viento y lluvia afectan. En particular, en el primer semestre fue habitual el envío de vacas preñadas a frigoríficos como consecuencia de los bajos precios del ternero.
Históricamente la brecha entre los datos de INIA y el destete tiende a estar cercana a 10 puntos porcentuales. O dicho en otras palabras, si la preñez es 75% es lógico esperar un destete de 65% de los vientres. Esa es una estimación bastante gruesa pero no alejada de lo que ha sido el promedio histórico: habitualmente dos tercios de las vacas se preñan.
Si bien la tasa de preñez responde en gran parte al clima y la correcta utilización de las técnicas reproductivas, las señales de precios pueden incidir en el criador a la hora de tomar la determinación de la cantidad de vacas que entorará.
Considerando que el número de vacas entoradas se haya ubicado entre los 4,3 y 4,4 millones, en la próxima primavera estarían naciendo 2,85 millones de terneros. Significará un descenso respecto al año anterior, de unos 100 mil animales y, aunque sea en forma parcial, seguramente influenciada por la baja de precios del ganado gordo que se procesó durante el segundo semestre del año pasado y el primer semestre de 2014. Lo interesante es que en el último mes los precios han repuntado para el ganado gordo y podrían cambiar la perspectiva de precios del ternero.
Todavía es temprano para asegurar que la ganadería haya entrado en una nueva etapa productiva. Si la producción volviese a bajar tras el próximo entore, podría entenderse que el crecimiento de la ganadería no estaría consolidado. Ese es el verdadero desafío. De dos millones de terneros hasta 2002, Uruguay ha pasado a 2,5 millones de promedio hasta 2010 y, finalizando un período de transición, podemos pasar a una producción promedio de tres millones en lo que resta de esta década dado el crecimiento del stock de vacas de cría.
Aparte del clima, puede adjudicarse a la variabilidad de precios del ganado gordo parte del origen en este descenso de la producción de terneros. Los cambios en los precios de la hacienda gorda se trasladaron a la reposición. El precio del ganado gordo bajó en forma persistente hasta hace unos dos meses para luego repuntar. Eso todavía no ha sucedido en forma clara para el precio de los terneros.
En consecuencia, el índice flaco/gordo –cociente entre el precio del ternero y del novillo– se ubica en su menor nivel desde diciembre de 2010. Dicho de otra forma los últimos meses han sido favorables para los frigoríficos y, entre los ganaderos, es mejor para los invernadores que para los criadores.
El peso del ajuste ha caído sobre las categorías de la cría –terneros, hembras en general y vacas–. No ha ajustado el precio de exportación –que en este año se mantiene por encima del promedio del año pasado–.
Tampoco ha caído el precio en el mercado interno. Comparando con lo que suedía a julio del año pasado tampoco ha bajado significativamente el novillo gordo que, según la grilla de la Asociación de Consignatarios de Ganado, está 2% por debajo del que tenía un año atrás, el descenso ha sido mayor 5%. Para los precios de las categorías de reposición el descenso ha sido mucho mayor. Según la misma grilla, el precio de los terneros de menos de 140 kilos está 16% abajo que un año atrás y las vacas de invernada valen 14% menos.
La variabilidad en los precios y por lo tanto la incertidumbre parece ir creciendo desde una exportación estable a un precio del ternero sumamente variable con una situación intermedia en el precio del novillo gordo.
El precio de exportación de la carne vacuna de Uruguay no tiene ni una tendencia definida ni una variabilidad muy fuerte. Tomando el precio promedio de cuatro semanas móviles se ha mantenido en un rango entre US$ 3.500 y US$ 4.200 la tonelada desde comienzos de 2013.
En el novillo, aunque en la amplitud del rango la variación no fue extrema, el movimiento de precios fue atípico. El comportamiento habitual de los precios con un primer semestre de mayor oferta y precios más bajos y un segundo semestre de precios más altos no se dio el año pasado. Hasta fines de abril de 2013 el kilo de carcasa de novillo gordo cotizaba en el entorno de US$ 3,80.
Comenzó luego una atípica trayectoria descendente que lo llevó a US$ 3,50 a mitad de año, a US$ 3,40 en setiembre –cuando muchas veces se da el máximo anual de precios– y se acentuó para quedar por debajo de US$ 3,30 en los momentos previos y durante el entore, entre noviembre y febrero.
De ese letargo, el precio del ganado gordo solo salió en junio pasado cuando repuntó hasta volver a algo más de US$ 3,50 en el presente. Todavía eso no significa una señal para la cría que con este dato está avisando que los tres millones de animales generados no son automáticos. Si las señales no son claras la producción se retrae.
El próximo entore dirá si la ganadería se demora en un techo o logra recuperarse del traspié. La trayectoria de los precios del ganado gordo en las próximas semanas y su transmisión a las demás categorías de la ganadería empiezan a determinar el futuro de mediano plazo de la ganadería uruguaya.
Pausa en el crecimiento o estabilización
En el otoño pasado, cuando los terneros se pagaban a US$ 2,60 el kilo, la apuesta de los criadores era muy clara. Retenían la mayor cantidad de vientres que podían para seguir aumentando su producción de terneros.
Pero siguiendo la trayectoria del ganado gordo fueron bajando y de ahí la decisión de invertir menos y facturar más con las vacas.
La faena de vientres ha ido aumentando y el precio de los terneros alcanzó un mínimo de US$ 1,90 el kilo en pie unas semanas atrás. Desde entonces, han repuntado hasta una referencia cercana a US$ 2,10 el kilo.
La suba del ganado gordo todavía no se traslada con claridad a los terneros. Falta bastante para el próximo entore, que empezará en noviembre en el norte del país.
A favor del productor juega un invierno benévolo y la perspectiva de un año lluvioso que permita un buen desempeño reproductivo.
Si el precio del novillo gordo se mantiene cerca de las actuales referencias y recupera la estabilidad que se trasunta desde el precio de exportación, es factible que la producción de terneros se recupere y dentro de un año, tras la jornada de INIA Treinta y Tres, pueda volver a hablarse de los tres millones de cabezas que pueden venir.
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