Según estimaciones de la FAO, para 2050 la población mundial ascenderá a los 9.100 millones, por lo que la demanda de alimentos se incrementaría en un 70 por ciento con menor superficie y nuevas demandas de cultivos que permitan producir biocombustibles. En este contexto, técnicos del INTA y del Conicet participan de una Iniciativa Internacional para el Mejoramiento del Trigo (IIMT) para mejorar la productividad de este cultivo y abastecer la futura demanda.

Esteban Hopp, coordinador del área estratégica Biología Molecular, Bioinformática y Genética de Avanzada (AE Bio) del INTA, explicó que “debido a que la superficie cultivada no se puede incrementar, para lograr este objetivo hace falta más investigación científica aplicada al mejoramiento”.

En esta línea, Marcelo Helguera –coordinador de un proyecto de mejoramiento de trigo del INTA Marcos Juárez, Córdoba– consideró que la posición argentina ante el proyecto es “liderar regionalmente las iniciativas de investigación que propongan generar conocimiento destinado a incrementar la productividad y sustentabilidad del trigo, bajo amenaza creciente de escasez de recursos naturales y el efecto negativo del cambio climático”.

Según aseguró el coordinador de Marcos Juárez, la Argentina, además de formar parte del IIMT, es el único país de Sudamérica que participa del Consorcio Internacional de Secuenciación del Genoma del Trigo. Un valor agregado de esta interacción –agregó– será la “posibilidad de interactuar con los centros de excelencia en genómica aplicada y mejoramiento de trigo en el mundo”.

Por esto, diversos países se reunieron para trabajar juntos en pos de un uso más eficiente de los recursos genéticos y evitar la duplicación de esfuerzos para, así, agregar valor a las iniciativas locales que se encuentran en actividad. La Argentina fue invitada a participar del proyecto –motorizado por Francia en representación del G20– ya que desde 2007 investiga en mejoramiento del trigo junto con organismos europeos.

Helguera explicó: “Nuestro trabajo sobre desarrollo de herramientas biotecnológicas para sumar competitividad y sustentabilidad al trigo en la Argentina fue seleccionado en 2009 para cooperar con un proyecto gemelo europeo coordinado por el INRA (el homólogo europeo del INTA). Esta actividad nos otorgó mucha visibilidad en Europa, por lo que fuimos invitados, mediante el Ministerio de Agricultura de la Nación, a apoyar esta iniciativa”.

“Conocer la secuencia del genoma representa un atajo valioso que ayuda a encontrar los genes más fácil y rápidamente, como escalón inicial para explorar la variabilidad natural existente en cada uno de ellos, comprender el rol que cumplen y cómo interactúan”, afirmó el técnico de Córdoba.

Sin embargo, con aproximadamente 17.000 millones de bases, el genoma del trigo es uno de los más grandes entre las plantas,  5.6 veces más extenso que el genoma humano que tiene 3.000 millones de bases.

“El INTA tiene el principal programa de mejoramiento de trigo de Sudamérica –seguido por Brasil, Chile y Uruguay– y la Argentina es el principal productor de la región”, destacó Hopp.

El trigo, el arroz, el maíz y el sorgo, entre otros, constituyen la base predominante de la nutrición humana a nivel mundial y requieren incrementar su productividad y sustentabilidad, considerando: el aumento de precios en los alimentos, el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales y el surgimiento de nuevas demandas al uso como alimento de estos cultivos como, los biocombustibles.

El documento de la FAO advierte que “todos los análisis cuantitativos actuales muestran que el cambio climático afectará negativamente a la seguridad alimentaria”, y sostiene que “la adaptación del sector agrícola será costosa pero necesaria para la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y el mantenimiento de los servicios del ecosistema”.

“Descifrar los secretos del trigo es estratégico para el mejoramiento del cereal y, a la vez, un desafío mayúsculo para la ciencia”, concluyó Helguera.

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